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León XIV: El Papa del Sur Global que impulsa la Iglesia Fraterna, Ecológica y Digital

El mundo católico se enfrenta a una nueva era con la llegada del nuevo Papa León XIV, nombre escogido por el cardenal Robert Francis Prevost, el cual es el primer Papa agustino de la historia y lo más emocionante para nosotros, tiene una conexión directa con el Perú. Definitivamente no solo nuestra gastronomía tiene fusión,…

El mundo católico se enfrenta a una nueva era con la llegada del nuevo Papa León XIV, nombre escogido por el cardenal Robert Francis Prevost, el cual es el primer Papa agustino de la historia y lo más emocionante para nosotros, tiene una conexión directa con el Perú. Definitivamente no solo nuestra gastronomía tiene fusión, en este contexto podemos ver una fusión entre Roma y el norte peruano.

Fotografía Diario el Peruano

Prevost no solamente tiene nacionalidad peruana desde 2015, sino que también ha vivido más de 15 años en nuestro Perú como misionero, formador, y obispo en los departamentos de Chiclayo y Trujillo. A partir de entonces, el Papa ha ido construyendo un compromiso con América Latina y su respectiva gente. El hecho de ser elegido como el líder supremo de la Iglesia es un evento histórico para el Vaticano, y también es un indicio de que Sudamérica sigue con el protagonismo en el ámbito del catolicismo en el siglo XXI.

María Teresa Scudellari Dubayle, religiosa de la congregación Immaculate Heart of Mary (IHM) y Regional en Perú, Argentina y Chile, señala que la elección de León XIV ha sido recibida con alegría y entusiasmo. “El Espíritu Santo nos lo ha regalado”, afirma emocionada. Recuerda cómo en el año 2022, algunas hermanas lo conocieron personalmente y quedaron encantadas con su cercanía, humildad y claridad pastoral.

El padre Paolo Ratti Scudellari, sacerdote pasionista en España Ratti destaca el simbolismo del nombre León XIV, que remite a León XIII, un papa que supo enfrentar los desafíos de su tiempo como la industrialización, cambios sociales, ideologías; con firmeza doctrinal y apertura al diálogo. Este paralelismo puede ser clave para entender la misión que espera a este nuevo Papa en medio de la llamada cuarta revolución industrial, con sus retos éticos, tecnológicos y antropológicos.

¿Quién es León XIV?

Robert nació en Chicago en el año 1955. Se formó como sacerdote en la Orden de San Agustín. Luego realizó sus estudios en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, en donde estudió Derecho Canónico. Posteriormente, fue enviado al Perú como misionero en los años 80. Aquí se metió de lleno en la vida pastoral, enseñando, formando nuevos religiosos y conectando con la realidad social del país.

Para Scudellari, la experiencia vivida por León XIV en el norte peruano ha sido clave: lo conectó con “nuestra cultura, nuestra gente, nuestros pobres y nuestras ciudades”. Esta sensibilidad y apertura, señala, le permiten comprender mejor la diversidad del mundo. 

En 2015 Prevost obtuvo la nacionalidad peruana y, en 2018, fue nombrado obispo de Chiclayo. Después, en 2023, fue llamado por el papa Francisco a Roma como prefecto de la Congregación para los Obispos, el cual es uno de los cargos más influyentes en la curia. Y actualmente, en 2025, se convierte en el sucesor de Pedro, el número 267.

La selección de este papa no significa una continuidad con el pontificado de Francisco, sino que, al contrario, abre una vía aún más incipiente hacia una Iglesia más extensamente universal e inclinada hacia las periferias así como dispuesta al diálogo con los problemas actuales en la vida de la Iglesia. Es también el primer papa de la Orden de San Agustín, lo cual hace referencia a la búsqueda de la autoctonía de la vida comunitaria, el amor en el marco del quehacer pastoral y la búsqueda de la verdad.

Propuesta del Papa

En su homilía del 18 de mayo en la Plaza San Pedro, León XIV dejó bien en claro su visión: una Iglesia más abierta, fraterna y conectada con los desafíos del mundo real. Habló fuerte sobre la importancia de escuchar a las comunidades, evitar los prejuicios y promover la paz. “La Iglesia no puede vivir en piloto automático”, dijo, marcando distancia del inmovilismo y acercándose más al estilo fresco e inclusivo que ya había iniciado Francisco.

El Papa hizo hincapié en temas como el cuidado del planeta, los derechos humanos, la diversidad cultural y la necesidad de una fe que no solo se predique, sino que se ponga en práctica y se viva con acciones concretas.

De acuerdo con sus primeras declaraciones, León XIV también ha manifestado una notable inquietud acerca del modo en que la Iglesia transmite su mensaje en el siglo XXI, por lo que, desde el momento mismo de su elección, ha dado un fuerte impulso al uso pastoral de las nuevas tecnologías considerándose herramientas legítimas de evangelización. Pero no es que la nueva realidad digital sea para él un asunto amenazador, sino que comprende la misma como un lugar de encuentro humano donde se pueda sembrar el Evangelio. No es extraño, pues, que no haya dudado en manifestar su apoyo a redes de oración virtual, plataformas digitales para la formación teológica o experiencias litúrgicas mediadas por la tecnología, las cuales se ajustan a los contextos locales.

Otro de los aspectos que ponen de relieve su propuesta es su intención de acortar distancias entre el centro y la periferia de la Iglesia. Ha sido contundente al afirmar que la voz de la periferia sur global, y más bien Latinoamericana, debe ocupar un lugar más relevante en las decisiones eclesiales. Este énfasis no solo es representatividad sino que está dando paso a procesos eclesiales que están reconociendo las maneras en las que el Espíritu Santo actúa en cada pueblo. Para él, la catolicidad es unidad en la diversidad y no imposición desde el centro. Esta misma actitud se ha puesto de manifiesto también en sus primeros nombramientos, donde prioriza perfiles pastorales con experiencia directa en territorios de frontera social, ecológica y espiritual.

Además, se trata de una mirada que nos ha parecido muy significativa. Es decir, sin impactar en rupturas, ha señalado la necesidad de una liturgia viva, conectada con las culturas del lugar, y sin perder la idea de lo sagrado. Ha alentado la liturgia como signo de comunión pero también que sea capaz de llegar al corazón de las personas y que les hable con su propio lenguaje simbólico. Una visión que, inspirada en el Concilio Vaticano II, sirve para volver a poner el foco en la urgencia de conseguir la participación activa del pueblo de Dios, incorporar la música contextualizada y especialmente el uso del arte como vía para llegar a lo trascendente.

En el ámbito de las relaciones internacionales también es cierto que el papa León XIV ha sido insistente en la necesidad de que la Iglesia deba ser constructora de paz en un mundo fragmentado. De hecho, en una de sus primeras audiencias generales ya se refirió a la necesidad de desmilitarizar el corazón humano y a convertir la espiritualidad cristiana en una fuerza que reactiva la reconciliación. Y en este sentido tenemos que decir que la diplomacia vaticana no debe ser tan sólo una serie de gestos simbólicos sino que debe comprometerse en el camino de la paz, la defensa del derecho internacional humanitario y sobre todo en el acompañamiento espiritual a las víctimas de los conflictos armados.

Un tema más, que ha comenzado a desarrollar, es el papel de la economía en la vida de los humanos. Bajo la inspiración de propuestas como es la Economía de Francisco, ha manifestado su voluntad para convocar a jóvenes economistas, empresarios y emprendedores católicos para pensar juntos modelos de economía más justos, solidarios y sostenibles. En sus discursos ha hecho presente que no se puede hablar de caridad cristiana mientras sostengamos sistemas económicos que produzcan pobreza estructural. Por eso, ha llamado a cuestionar la idolatría del mercado, a denunciar la especulación financiera que destruye vidas y ha promovido una economía al servicio de la dignidad humana.

Sobre esa misma línea, ha reiterado que el acceso a la educación, la salud, una vivienda digna y el trabajo son condiciones básicas para que las personas puedan vivir con plenitud su fe. La Iglesia, ha dicho que no puede ser neutral ante la injusticia. Su papel no es sólo espiritual, sino también profético, debe anunciar la esperanza y a la vez denunciar lo que deshumaniza su entorno. Por eso ha promovido un mayor compromiso de las parroquias en redes de apoyo social, centros comunitarios y espacios de formación para la ciudadanía.

Si bien su postura sobre las cuestiones morales no ha incorporado quiebras con la doctrina, sí ha incluido un nuevo tono pastoral. En cuestiones delicadas como la sexualidad, la identidad de género, o las situaciones familiares irregulares ha invitado a la Iglesia a dejar la lengua condenatoria a un lado y a acercarse con compasión, con humildad, y con un deseo sincero de acompañar. Su propuesta no se basa en relativismos, sino en una comprensión más humana y gradual de los procesos de conversión. Tal como él mismo ha manifestado, “no todos andan a la misma velocidad, pero todos tienen un lugar en la Iglesia”.

Frente al deseo de una Iglesia más abierta y sin prejuicios, el padre Ratti llama a no caer en confusiones. Señala que “Ser abierto no es decir sí a todo ni renunciar a la verdad de Cristo”, advierte. Cree que la verdadera inclusión parte del reconocimiento de la dignidad humana, pero también de la fidelidad a las enseñanzas evangélicas. Defiende que el diálogo con el mundo actual debe hacerse sin ideologización, con formación, verdad y caridad.

León XIV parece decidido a consolidar una Iglesia que no tema abrir puertas, que confíe en el Espíritu que actúa en la historia, y que se atreva a salir de sí misma para encontrarse con un mundo herido. Su pontificado, aún en sus primeros pasos, ya ha comenzado a trazar un horizonte esperanzador, no por idealista, sino porque nace de una experiencia concreta de fe encarnada en la vida de los pueblos.

Un papa que entiende la era digital

Aunque su estilo es humilde, León XIV no es ajeno al mundo moderno. En su entronización, sorprendió apareciendo en un papamóvil híbrido, mostrando compromiso con el medioambiente y una mirada más ecológica. Además, se le ha visto usando herramientas tecnológicas de forma cotidiana, lo cual lo perfila como un líder religioso cercano a los jóvenes y a los nuevos lenguajes digitales.

Fotografía Agencia Andina  

Este giro contemporáneo del papado intenta establecer un puente con una generación que demanda respuestas claras, acciones concretas y un mensaje salvador que también incorpore la ciencia, la diversidad y el respeto por las diferencias.

Desde sus primeros días en el pontificado, León XIV ha dejado claro que las plataformas digitales han de ser entendidas como un verdadero espacio pastoral – no simplemente un soporte más a la hora de difundir el mensaje evangélico -: en sus numerosas intervenciones públicas ha llegado a afirmar que “no existe evangelización en el siglo XXI que no incorpore el púlpito físico; hay que ampliar el concepto de púlpito a aquellos ‘púlpitos digitales’ que viven en los dispositivos móviles de millones de personas”. En este sentido, su mirada a la tecnología no es instrumental sino integradora, se refiere a una parte constitutiva del modo en que las personas viven, se relacionan, se educan y crean comunidad.

Por lo tanto, una de sus decisiones iniciales ha sido potenciar el Dicasterio para la Comunicación con un equipo multidisciplinar de expertos en ética digital, inteligencia artificial, ciberseguridad y cultura virtual. No se trata solo de mejorar la presencia del Vaticano en las redes sociales, sino ante todo de pensar teológicamente cómo anunciar el Evangelio en el ámbito digital y hacerlo de forma auténtica, no invasiva y culturalmente significativa. En esa dirección ha animado a los obispos y sacerdotes para formarse y estar presentes en esas plataformas sin perder profundidad espiritual y sin trivializar el mensaje cristiano.

León XIV también ha hecho resaltar la importancia del acceso a la tecnología como una cuestión de justicia social; en una audiencia con las organizaciones católicas de desarrollo, recordó que “la brecha digital es una nueva forma de exclusión que priva a millones de las oportunidades que brinda la educación, la salud y la participación democrática”. Por ello ha fomentado que las diócesis y las ONGs realicen iniciativas conjuntas para proporcionar conectividad y fomentar la alfabetización digital en las parroquias y en los ámbitos rurales y en las poblaciones vulnerables, favoreciendo a la vez a los mayores.

El interés de León XIV por los entornos digitales no es sólo técnico. El Papa ha mostrado una profunda sensibilidad por el impacto psicológico, emocional y espiritual de la vida en línea. Ha hablado de los riesgos de la desinformación, del aislamiento, de la adicción a las pantallas y de una pérdida de sentido que puede derivar de estar expuesto a modo de contenido alienante. Pero también ha defendido el potencial del mundo digital como un espacio de solidaridad, creatividad y expresión espiritual. “El Espíritu sopla también en las redes”, ha manifestado, puesto que muchos encuentran en Internet apoyo emocional, inspiración religiosa e identidades eclesiales que no tienen físicamente cerca.

En este sentido también ha fomentado lo que él mismo ha denominado una “ecología digital”, es decir, una ética y una espiritualidad sobre el uso de la tecnología que promueva las relaciones humanas entre las personas, un consumo responsable de la información y una adecuada conciencia sobre cuál es la huella ecológica de los dispositivos digitales. El Papa ha invitado a los cristianos a “habitar el mundo digital con espíritu evangélico”, es decir, no los usa como simples medios, sino que vive en ellos con coherencia, testimonio y discernimiento.

La pastoral juvenil ha sido una de las grandes beneficiadas de esta orientación, puesto que en el tiempo de León XIV, se han fomentado plataformas interactivas para que los jóvenes puedan formarse, discutir sobre cuestiones de actualidad desde una mirada cristiana e incluso compartir experiencias de fe. Se ha defendido, en definitiva, la existencia de videojuegos con contenido ético, la justificación de aplicaciones de oración o la validación de los influencers católicos como las nuevas manifestaciones de la cultura religiosa. Para León XIV, el reto no consiste en prohibir o condenar, sino en acompañar, educar y dialogar con aquellos lenguajes que interpelaban a las nuevas generaciones.

Un ejemplo concreto de su compromiso digital es el apoyo al desarrollo de una app oficial del Vaticano que integre liturgia diaria, orientación espiritual, confesionario virtual, consultas teológicas o las comunidades de oración por intenciones concretas. La aplicación en cuestión, que está en fase piloto, ha sido pensada especialmente para migrantes, personas privadas de libertad o personas que viven en espacios sin presencia eclesial estable. Es decir, la intención es que nadie quede fuera del cuerpo de la iglesia, ni tan solo las personas que tengan como única ventana al mundo a una pantalla.

Al igual que otros líderes políticos, ha manifestado su interés por el desarrollo de la IA dentro del contexto de la religión. Durante el simposio “La inteligencia artificial: entre la incertidumbre y la esperanza”, organizado por la Academia Pontificia para la Vida, declaró entre sus interesantes y esperanzadores contenidos que su deseo es que las nuevas tecnologías contribuyan no solamente a la optimización de procesos sino que también ayudan a que la toma de decisiones, por ejemplo en medicina, educación, inclusión social, etc., pueda sostenerse en una humanización. Se ha puesto en favor de una “tecnología en favor del bien común” y se ha manifestado por una gobernanza ética mundial del funcionamiento de la IA que evite nuevas formas de dominio y de exclusión.

Ya en la comunicación institucional, el papa León XIV ha reformulado los protocolos de prensa del Vaticano por ser un nuevo acercamiento a hacerse más accesibles, multilingües e interactivos. Ha solicitado que las notas de prensa oficiales incluyeran lenguaje inclusivo y materias audiovisuales y formatos entrenados para personas con discapacidad. También ha apostado por formatos narrativos más contemporáneos como documentales cortos, pódcast temáticos, y series web sobre temáticas de espiritualidad, justicia social y vidas de apóstoles contemporáneos.

Este cambio de perspectiva no puede interpretarse como una renuncia a la tradición, sino como una nueva forma de continuar actualizándose. León XIV precisará que el anuncio de Cristo debe ser capaz de sonar en cada época mediante palabras comprensibles, símbolos vivientes y canales eficaces. No se trata de una acomodación de la fe a las modas, sino de encarnar la fe en las realidades concretas donde vive la gente y busca sentido.

Bajo esta mirada, León XIV perfila un pontificado en el que la digitalización no representa una amenaza ni un recurso de engalanamiento, sino que supone una oportunidad misionera y pastoral. Su decisión apunta a una Iglesia que escuche, que dialogue con la cultura contemporánea, que no tenga miedo a introducirse dentro de las plazas virtuales donde hoy se juegan muchas de las decisiones de vida. En un mundo caracterizado por la aceleración, por el ruido y por la fragmentación, el vértice que apunta es el de construir una presencia cristiana que impida la separación de la verdad, la belleza y la proximidad.

Reflexiones acerca del Papa

El ascenso del Papa León XIV también representa un signo significativo para Latinoamérica: su paso por el Perú fue de gran profundidad. De esta experiencia en el Perú obtuvo su identidad espiritual, contacto con las realidades del sur, una forma de entender la fe como un estar cerca, no como poder. Y con este nuevo modo de liderar la Iglesia, se podría abrir más la posibilidad del diálogo intercultural, el papel de las mujeres, la participación de nuevas voces.

Ratti resalta que, aunque Prevost tiene una fuerte experiencia pastoral en el Perú, su rol ahora es universal: “No puede ni debe tener preferencias por ningún pueblo o nación, excepto por los que más sufren”. No obstante, admite que la cercanía del nuevo papa con la gente humilde y su temple aprendido en tierras peruanas pueden ayudarlo a liderar con parresía (valentía evangélica) y equilibrio.

“Es abierto y flexible, comprensivo y compasivo”, señala Scudellari, convencida de que esas son las claves para acercarse a las nuevas generaciones. También advierte sobre los desafíos que enfrentará León XIV dentro y fuera de la Iglesia, pero confía en su sabiduría. Su congregación, comprometida con la educación y la evangelización, se siente motivada a acompañar al nuevo pontífice desde el servicio, la oración y el amor a una Iglesia que, aunque imperfecta, sigue siendo de todos. Asimismo, destacó su empatía con los jóvenes, su compromiso con una Iglesia inclusiva, y su ejemplo con gestos concretos como el uso de un papamóvil híbrido, símbolo de su preocupación ecológica.

El padre Paolo Ratti Scudellari, sacerdote pasionista en España, ofrece una mirada teológica y realista sobre esta elección. Para él, el Espíritu Santo ha guiado al Colegio Cardenalicio en un momento que exige discernimiento más allá de las especulaciones mediáticas. “Hay que dejar a Dios ser Dios”, señala, advirtiendo contra las lecturas simplistas que reducen al nuevo papa a etiquetas como “progresista” o “tradicionalista”.

En definitiva, la elección de León XIV como nuevo referente de la Iglesia católica representa un hito alegórico y esperanzador para millones de devotos en el mundo. No solamente por su perfil académico y pastoral, sino por ser testimonio de vida en favor de los más vulnerables, especialmente durante su permanencia en el Perú. Su cercanía a las realidades latinoamericanas, su sensibilidad intercultural y su opción por una Iglesia inclusiva y sinodal lo sitúan como un papa de transición hacia otra época del catolicismo.

León XIV representa la figura del equilibrio entre la tradición y la novedad. Tiene una valoración muy fuerte del legado de la Iglesia, pero al mismo tiempo considera que el mensaje evangélico debe de ser expuesto de una manera coherente y valiente en un mundo en cambio. Su estilo pastoral, centrado en la escucha, el discernimiento y la práctica concreta, da respuesta a los deseos de una comunidad universal que está en busca de la coherencia entre la fe y la cotidianidad.

En una época caracterizada por la polarización, las crisis climáticas, los conflictos geopolíticos y los retos de los nuevos desafíos tecnológicos, León XIV se nos aparece como un puente: entre las generaciones, entre las culturas, entre la Iglesia y la sociedad actual. Su papado no ha llegado todavía a su plena madurez pero ya deja entrever un liderazgo muy comprometido, humano y evidentemente espiritual.

El desafío será el de mantener la apertura con gestos concretos, mantener el legado de Francisco sin caer en inercias, continuar generando una Iglesia que no tenga miedo de salir, dialogar, transformarse y sobre todo, amar. León XIV no llega con promesas vacías ni secas sino con una trayectoria viva que invita a mirar el futuro con una fe activa y una esperanza crítica.